A Tevez lo han padecido en carne propia José Pekerman, Diego Maradona y Sergio Batista. Ni hablar de Fergusson o Mancini. Como muestra basta recordar una declaración: "No creo que Maradona no se anime a poner tres delanteros". El esquema clavado del técnico argentino en el Mundial de Sudáfrica era un 4-4-2 ensayado hasta el hartazgo en los entrenamientos y en la fase previa. Así se le había ganado a la misma Alemania que antes de salir al campo de juego en La Copa estaba asustada, tal como contó Martín Demichelis luego del encuentro.
Eran cuatro centrales atrás para no tener problemas de arriba y dejar que jueguen Di María, Messi y Agüero o Higuaín. Si ponía a los "petisos", socios de primera ellos, no se hubiera desbalanceado el juego aéreo por lo dicho de la defensa. Está claro que no fue precisamente una declaración lo que inclinó la balanza a su favor. Su "centro shot" hacia el esquema de Maradona sólo fue el fiel reflejo de lo que sucedía puertas adentro. Tevez mete una presión insoportable y es egoísta e individualista, dentro y fuera de la cancha. Y no es del agrado de Messi y sus "Tres Mosqueteros": "Angelito", el "Kun" y el "Pipita".
Es casi un mito eso de que Tevez en el banco puede generar murmullos en la gente o esas afirmaciones. El tema es muchísimo más complejo. Está claro que si el genial Messi no fuera argentino o no jugara a la pelota de manera fenomenal, el equipo se podría armar alrededor de Tevez porque -hay que reconocerlo- ha sido una de la apariciones más rutilantes del fútbol argentino en los últimos diez años.
Pero también es cierto que siempre se mostró conflictivo en los clubes en los que jugó. Con una idolatría marcada en la gente, se aprovechó de las bondades de su éxito para enfrentarse a los entrenadores. Y sino, pregúntenle a Mancini. La ecuación en el City se puede ver como el medio vaso lleno o vacío. Para quienes lo colocan en lo más alto del Olimpo, fue a pesar del italiano, quien le dio el título a su equipo con su "indulto". Quienes lo defenestran, saben que su ausencia fue la que dejó al equipo de Agüero tanto tiempo en la punta.
La disciplina y el grupo, sumado al orden táctico que tienen todos los grandes, con un profundo respeto por sus compañeros determinan que un equipo no sufra todo lo que el hombre de Fuerte Apache genera dentro y fuera: es un líder negativo.
Allá lejos y hace tiempo, en las informales charlas post entrenamientos, un exitoso entrenador se encargaba con una gran frase "Made in Barracas" de ponerle la frutilla al postre a pura simpleza: "Tevez te manda un equipo al Matadero". Perfecta, impecable definición de un sabio que conoce como pocos los códigos del fútbol. Simple, como pocos enunciados.
Así como aquel hombre vio lo que se venía, Pekerman, Maradona y Batista (más Sabella ahora) lo sufrieron en dos Mundiales y una Copa América, y lo pueden llegar a padecer a futuro. Cada vez que Tevez insinúa dar un "palo" es para a los pocos días montar su campaña de presión a través de los medios amigos y otras yerbas que se mueven alrededor del ambiente. Se puede deducir lo que va a pasar.
"Este gran momento en mi carrera se lo debo a mi ausencia en la Selección", afirmó en Inglaterra por su impecable inicio de temporada. Para luego adornar unos pocos días después con un poco creíble "no me molestaría ser suplente en la Selección pero no quiero meter presión". Cuando la estrategia del jugador del City es mostrarse a disposición (luego del "palo" inicial) es por lo menos un reflejo de lo que se viene. Quien dice que no hace algo, por presencia lo está haciendo. No se puede negar que Tevez sí está metiendo presión.
No hay manera de que este hombre de las mil polémicas no se meta por la puerta de atrás para, una vez dentro, ir por la titularidad y luego por el "juego de lo que venga pero no salgo ni loco". Esta presión insoportable que ejerce le ha hecho mucho daño a la Selección. Si realmente fuera leal su amor por la camiseta debería quedarse callado. Debe demostrar dentro de los campos de juego, algo que puede hacer sin ningún problema. Pero sus formas de trepar desde la ausencia hasta el egoísmo absoluto deben ser abortadas ya por Sabella.
Con Messi y compañía, es mejor sufrir la presión de Tévez fuera del plantel, que dentro del mismo.
No se puede negar que la historia determina el presente y que los hechos pasados deben y tienen que ser tenidos en cuenta para dejarlo lejos del equipo. Sino hay que preguntarle a Ramón Díaz por qué Bilardo no lo llamó para Italia '90. Venía de romperla literalmente en el Inter de Italia pero Maradona no se hubiera sentido cómodo. Y, la verdad, es que en ésta habrá que darle la razón a Bilardo.
Si se repasa hay que empezar por el Mundial de Alemania hace poco más de seis años y medio: el gran acierto de Pekerman había sido sorprender en ataque con la dupla Saviola-Crespo. Con ellos se pudo ver lo mejor de Argentina en mucho tiempo. Venían aceitados con rapidez y movimientos que le hubieran permitido al equipo dejar atrás aquella limitada selección local para ir por un lugar en la final.
Pero Tevez a fuerza de lo antes explicado llevó al equipo al "Matadero". En ese plantel los problemas internos estaban escondidos pero era casi un todos contra todos. Pekerman cayó en la tentación y lo puso como carrilero izquierdo para correr a Philipp Lahm, en detrimento de la dupla con la que se había llevado varios "porotos". "Por la Selección juego de cualquier cosa" dijo Tevez puertas afuera. Lo que sufrió el técnico puertas adentro se ha sepultado, luego de los penales, en la intimidad.
Y para colmo de males, algo que se sabe poco y nada, el "Pato" Abbondanzieri tirado en el vestuario en una camilla y una TV acertó todas las puntas de los penales ejecutados el día de la famosa lista guardada por Jens Lehmann en sus medias. Cuatro años después la misma historia en Pretoria. La presión puertas afuera y puertas adentro mandaron al equipo al matadero.
Un limitado Sergio Batista, peleado con Tevez, pisó el mismo "palito" que sus predecesores. Lo tenía alejado, pero se acercó de manera idéntica a la que está intentando en el presente. El equipo, al "Matadero" en una horrible Copa América con insultos en Santa Fe incluidos.
Parece un Deja Vu.
Primero los problemas, para luego expresar su humildad para integrar el plantel, para luego mostrarse desesperado por ser titular, para luego no salir. El tiro desde el punto de penal marrado es solamente una anécdota y nada tiene que ver con esto. El fútbol no debe regirse por los resultados y las "oscuras golondrinas" que hacen "apología" de ellos. Está claro que para errar un penal hay que patearlo. Es lo que se debe valorar.
Por eso deben ser respetados en esto el propio Tevez o Riquelme (por el que erró en la semi de Champions cuando estaba en el Villarreal). Y ni hablar del penal más largo del mundo a cargo del yugoslavo Miroslav Djukic, un exquisito líbero del Deportivo La Coruña que erró en el último minuto del último partido en la temporada 93/94. Si convertía el club gallego hubiera logrado el primer título de su historia.
Ese 14 de mayo de 1994 el arquero del Valencia José Luis González atajó el penal que no quiso y no se animó el brasileño Bebeto. El respeto para Djukic que no consiguió el resultado en detrimento del huidizo Bebeto. Por eso en ésta Tevez es inocente y un penal errado por quien se anima a ejecutarlo no debe ser tomado como excusa para dejarlo fuera.
El ex United, club del que se fue en medio de otro conflicto -en este caso con Ferguson porque exigía cobrar lo mismo que Cristiano Ronaldo-, debe quedarse lejos de la Selección, al margen de tener condiciones. Es que en el campo desordena, desobedece y te manda al "Matadero". Fuera del mismo, también.
Gonzalo Mozes