La agencia de calificación Fitch retiró la máxima calificación a Francia (AAA) y la rebajó un escalón, hasta AA+, debido a las incertidumbres sobre el futuro crecimiento de su economía y la persistencia de la crisis económica en la eurozona.
La agencia dio como razones para su decisión su pronóstico sobre la evolución de la deuda pública bruta de Francia, que considera que alcanzará el 96% del producto interior bruto (PIB) en 2014.
Fitch aludió también a la "incertidumbre" en la evolución de la crisis en la eurozona y a que las previsiones de crecimiento económico de Francia son "sustancialmente más débiles" de las hechas anteriormente por la agencia.
Además, la agencia recordó el dato de desempleo francés, que alcanzó "un máximo del 10,9% en mayo de 2013" y destacó que es un nivel récord en los últimos quince años.
La agencia alude a las previsiones de la Comisión Europea, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismos que han destacado los "desafíos estructurales" a los que se enfrenta la economía francesa.
Entre otros aspectos, Fitch destaca la caída de la competitividad y las rigideces del mercado laboral, así como de los de bienes y servicios, "que pesan en el panorama a medio plazo" del país.
Por otro lado, la agencia pone de relieve el deterioro registrado en la balanza por cuenta corriente, aunque admite que la cifra, el 2,3% del PIB en 2012, "no es especialmente elevada".
Por último, la agencia valora que a pesar de la pérdida del nivel triple "A", el perfil crediticio de Francia es "muy fuerte", lo que justifica que se establezca en adelante el nivel ahora anunciado con una perspectiva estable, lo que refleja los elementos fundamentales de la economía gala.
Entre estos destaca que la economía francesa refleja niveles de riqueza y diversificación, así como una "estabilidad política", respaldada por "instituciones sociales y civiles fuertes y eficaces".
Fitch considera que el riesgo financiero de Francia es "muy bajo", circunstancia a la que contribuyen tanto los bajos costes de su endeudamiento como su elevada flexibilidad, a lo que se añade su estatus como emisor de deuda soberana dentro de la eurozona.