Su nombre se convirtió en una marca registrada. Teté Coustarot es una de las pocas conductoras y periodistas que lograron una vasta trayectoria tanto en la radio como en la televisión sin escándalos de por medio. Disfruta de los viajes con amigas, su pareja Carlos Gaziglia, su hija Josefina –profesora de yoga– y su nieta Sashi.
El tiempo no pasa para Teté. Su metro setenta y seis y su buen gusto para vestir no pasan desapercibidos cuando, amable y cálida, la conductora habló de todo en una entrevista exclusiva con Infobae en la que expuso sus emociones, vivencias y amistades.
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Teté íntima
Quienes te conocen saben que sos una persona muy accesible, estás cerca de la gente y no tenés aires de diva. ¿Cómo lograste mantener ese espíritu y no confundirte ante la fama?
- No me manejo de ninguna manera teniendo la conciencia de que soy popular, porque realmente lo tengo incorporado hace muchos años. Entonces lo vivo con total naturalidad. Hay determinados momentos igual en los que me gustaría que no me conociera nadie; por ahí, cuando me enojo en el tránsito o cuando me pasa algo, ahí me encantaría que nadie supiera quién soy. Porque a veces me pasa, también. Pero en general es algo que tengo muy incorporado, ya es parte de mi vida. Tengo muchos más años siendo muy conocida que siendo una desconocida. Entonces siempre tengo el agradecimiento de todo lo divino que me dice la gente, lo simpática que es, siempre respondo los saludos… pero no como una pose, sino porque es algo que me nace.
- Siempre se te ve espléndida, ¿cómo te llevás con el paso del tiempo?
- Primero que no es una batalla, es algo ineludible, es algo irremediable; el tiempo pasa, los años se cumplen. Entonces no establezco un tema de decir "voy a vencer al tiempo", ni nada. Lo acompaño al tiempo, lo acompaño de la mejor manera que creo que se pueda acompañar. Y también, por otro lado, yo me hice un lifting hace muchos años cuando vi que me encontraba con gente y me decía: 'Estás cansada', y yo no estaba cansada. Dije: 'Tengo cara de cansada, tengo que hacerlo'. Eso sí lo hice con la Dra. Cristina Seitter, que es maravillosa, porque no modifica para nada tu cara. Y después, yo no he tenido grandes variaciones de peso en mi vida y creo que eso es una cosa muy importante. En realidad, tampoco tengo tanto tiempo porque siempre estoy haciendo cosas. Yo soy una hacedora permanente. Siempre estoy en actividad. Aunque tengo una forma de hablar pausada y tengo una apariencia tranquila, yo soy un volcán permanentemente. Siempre estoy organizando algo, planeando algo.
- Es verdad, transmitís paz cuando hablas. ¿Qué hacés para lograr esa calma?
- Soy así, no es que haga un trabajo para parecer calma. Yo creo que también lo más importante en la vida, no solamente quienes estamos frente a una cámara o frente a un micrófono, es tratar de ser como uno realmente es. Primero, descubrir quién es uno es un camino interesante, y después, siempre ser auténtico con uno. No empezar a pensar en que hay que conformar a los demás, que la mirada de los demás es la que tiene que autorizarte para vivir. Y cuando vos sos totalmente auténtica y expresás lo que sentís, lo que querés, de una manera honesta, estás calma porque no tenés la ansiedad por tratar de convencer. Una vez que sabés dónde estás plantada, cuál es tu eje en la vida, me parece que es mucho más simple.
- Tu hija es profesora de yoga. ¿No te dejaste llevar por esa filosofía de vida? ¿Lo practicás?
- Mi hija es profesora de yoga y empecé varias veces, y en realidad debería hacerlo porque es fantástico, porque hay un tema de elongación que fantástico y de dedicarte un tiempo del día a uno, pero yo soy poco constante con todo lo que sea actividad física. Me compro unas zapatillas, empiezo a caminar, soy la persona más entusiasmada del mundo, y después no tengo el hábito de hacerlo en forma constante. Tampoco gimnasia, tampoco un deporte. Entonces, ahí tengo una enorme falla. A lo mejor tiene que ver con que las mujeres relacionamos la actividad física con un hecho estético y como yo he sido flaca toda mi vida no he tenido que recurrir a la actividad física para adelgazar. Por ahí en eso es una desventaja.
- ¿Y cómo es la relación con tu hija?
- Es una relación buenísima. Cada vez mejor. Hay una etapa en la vida de una mujer con su hija adolescente que es muy difícil, que es cuando la hija adolescente rompe con vos, cuando empieza a haber todo un tema de cuestionamientos permanente, de permisos y demás. Ahí es muy difícil. Empezas a tener una hija que hasta ese momento estaba con vos, dependía de vos, y empieza a ser independiente, y siempre hay que entender que los hijos tienen que volar. Lo único que uno tiene que hacer es acompañar en ese vuelo, si querés estar siempre con ellos. Después, cuando mi hija tuvo a mi nieta, cuando aparece la maternidad en una hija, hay un reencuentro con la madre que es muy fuerte.
- ¿Y cómo sos como abuela?
- Es un rol que empezás a descubrir a medida que empieza. Primero es una relación fuertísima con otro ser de este mundo. Cuando llega un nieto es una cosa fantástica. Mi nieta tiene ya 14 años, cumple 15 este año. Hemos ido armando y construyendo una relación. La adoro, es una cosa súper que me inunda cuando la veo: una mezcla de amor, orgullo, de sensación de felicidad enorme. Aparte siempre le descubrís algo… el lóbulo de la oreja parecido a vos... hay una huella tuya que siempre aparece en tu nieto y que es bárbaro. Es una de las personas a las que uno le puede decir 'Te quiero' y que es franco y bien de adentro que te sale.
- ¿Qué cosas comparten?
- Me encanta porque ella tiene mucha confianza conmigo, hablamos de todo… ella es muy lectora también. Hay muchas cosas en las que yo siento que es muy parecida a mí. Me encanta salir de compras, y ahora con esta edad que empieza a tener un montón de fiestas de 15, cuando viajo trato de comprarle varios vestiditos. Digo vestiditos porque son todos mini (risas). Antes me equivocaba, le compraba cosas que me gustaban a mí y no a ella. Somos compañeras, vamos al teatro, vamos al cine, viajamos.
- ¿Notás muchas diferencias en esta nueva generación ?
- Hay una diferencia de pantallas. Están todo el día frente a una pantalla. Están en la computadora, el teléfono, permanentemente; me impresiona la relación con el mensaje de texto. Va a pasar el tiempo y vamos a tener un problema en la mano porque están todo el día escribiendo y me impresiona mucho esa conexión permanente con sus amigos y su gente.
- ¿Y cómo te llevas con la tecnología?
- Me llevo con la tecnología como un servicio, no es un alimento indispensable en mi vida. Yo estoy hablando con vos y yo jamás sacaría un teléfono porque recibí un mensaje e interrumpiría lo que estamos hablando para contestarlo. Porque me parece una falta, es hacer sentir al otro que no es importante. No puede ser que estés comiendo, en una reunión, y la gente en vez de estar escuchando te responde de una manera automática e inmediatamente están con el mensaje. Aparte me encantaría que me mostraran los mensajes porque nunca es un mensaje importante de vida o muerte. Son todos mensajes que pueden esperar diez minutos. Eso es lo único que me complica un poco y siento que es algo que vamos a tener que rever. Para mí no es lo mismo recibir un mensaje de texto que escuchar la voz de alguien… saber la pausa, entender el estado de ánimo y todo lo demás. Es la generación pantalla. A veces hay gente que en la misma casa se manda un mensaje de texto o en el mismo lugar trabajando, no levanta la vista, no acercan, no hay contacto, no hay nada. Eso me impresiona un poco, será que no nací con un mouse en la mano.
El papa Francisco
Durante la entrevista contó que conoció al Papa argentino durante sus días como cardenal y cómo vivió su llegada al Vaticano. "Me llenó de alegría", relató, y agregó: "Tengo mucha esperanza en una renovación y en un cambio con Francisco".