Después de 25 años, la Argentina regresó a la práctica de controles y congelamiento de precios, pese a sus probados fracasos y en un escenario donde, lejos de prenunciarse un escenario hiperinflacionario, se transita por un proceso de expansión e inmejorable escenario internacional para los productos que más vende la Argentina.
Ricardo Campero, primer secretario de Comercio del gobierno de Raúl Ricado Alfonsín, con el resurgimiento de la democracia tras un largo proceso de dictadura militar y el antecedente inmediato de la pérdida de una guerra que dejó al país sin divisas para comprar insumos básicos, explicó con lujo de detalles las diferencias de objetivos y el contexto político con el cuadro actual.
"La situación era totalmente distinta a la de hoy. La primera diferencia es que hoy yo tengo ganas de que a ellos les vaya bien, y en ese momento, aún en una democracia naciente, el peronismo y el sindicalismo actuaron para que nos vaya mal en todo el proceso de reconstrucción económica que en democracia se quería hacer", expresó Campero, con la memoria de los hechos como si hubieran sucedido ayer.
"Esto se manifestaba en el movimiento sindical totalmente corporizado, la patria metalúrgica, la patria financiera, plástica, a tal punto que expresaban manifestaciones frente a la Secretaría de Comercio, porque se oponían a una resolución nuestra de que los aumentos salariales no se trasladen a los precios", explicó.
"Era necesario un régimen de control de precios: la dictadura se comió 5 millones de cabezas de ganado vacuno, el stock de porcinos había caído al nivel de 1918. Prácticamente no existía producción de pollos. No teníamos divisas para importar, la industria estaba totalmente desabastecida, la expectativa inflacionaria era de 16% para diciembre, con el agregado de que en el Presupuesto habíamos puesto que íbamos a aumentar la participación del gasto en salud y educación y al mismo tiempo aumentar el salario", justificó quien fuera uno de los fundadores de la agrupación Franja Morada, de la Unión Cívica Radical.
¿Ahora cuál es el escenario que observa?
Ahora nosotros y los partidos de oposición queremos que al Gobierno le vaya bien, pero no nos escucha y opta por generar inexplicables tensiones
¿Qué otra diferencia advierte con el régimen de control de precios actual?
Nosotros nos basábamos mucho en trabajar en la cadena de valor. Esto es el congelamiento opera sobre la boca de expendio, y que sea ésta quien establezca el control hacia el interior de la cadena. Espero que tengan suerte. Segundo, era más institucional, más normativo. Me da la sensación de que acá es más de prepotencia. Las normas eran claras, transparentes; obviamente, producían tensiones, pero estaban sentadas en un marco jurídico importante, es decir, no era arbitrario".
¿Qué cabe esperar para el día 61?
Nuestro congelamiento era por 90 días, entonces todo el mundo se preguntaba qué iba a ocurrir el día 91. El Gobierno actual fijó el supuesto congelamiento hasta el día 60 y todo el mundo se pregunta qué va a pasar el 61. Yo empecé a autorizar aumentos de precios a los 45 a 50 para romper las expectativas. Ahora no se tiene ese margen, pese a contar con una situación macroeconómica fantástica para adelantar subas de precios y que no exista el día 91. Creo que por razones electorales se va a prorrogar el congelamiento.
¿Existe la sensación de que los precios se anticiparon al congelamiento?
Creo que tienen un colchón, que lo hicieron fundamentalmente en diciembre, como para trabajar estos 90 días. La cuestión es para qué, el supuesto es para que sea un referente de la discusión salarial, y aquí viene lo preocupante. En nuestro caso era por temor a la hiperinflación, que se da al final de nuestro gobierno cuando se produce una ruptura del consenso democrático.
Hoy el secretario Moreno puede tener éxito, inclusive en prorrogarlo. Pero lo que hay que pensar es qué va a suceder en el momento en que haya que flexibilizar.
Nosotros no teníamos los dólares que necesitábamos para importar, no tienen la deuda que recibimos, la tasa de interés internacional no estaba en cero sino en 12% o 14% anual. No se puede comparar una economía de un país que venía de perder una guerra, con otra como la actual, que está en un proceso de expansión.
¿A la luz de la historia, usted volvería a aplicar una política de control de precios, tendría éxito o debería ir acompañada por políticas de ingresos, fiscal y monetarias austeras y apertura de la economía?
Está bien la pregunta. Sacando las diferencias, el Gobierno que no tiene un alto respaldo político debería haber buscado consenso, no basado únicamente en el crecimiento de los precios, porque a esta altura del partido el problema ni siquiera es el Indec, sino más grave: es la inflación, y para esto creo que con el poder político que tiene debió haber buscado acuerdo para resolver la cuestión inflacionaria.
Se requiere trabajar en otros aspectos de la macroeconomía, como son todos los que usted refirió, porque estamos en una situación compleja en materia de inflación que hay que ir atendiéndola de a poco, para que se ejecute en un plazo mayor del que todos suponen se vuelva a una situación. El problema que tenemos es que tenemos una tasa anormal y Moreno (Guillermo) solo es poco lo que puede hacer. Se habla de un modelo, pero no existe tal cosa.
Nosotros no teníamos producción porque no había las divisas necesarias para comprar los insumos que requería la industria, estábamos totalmente desabastecidos y si no hay oferta, suben los precios, por más controles que tenga. El control y congelamiento de precios era para saber dónde estábamos parados, además era transparente y estaba regulado, contaba con un marco jurídico, mientras que ahora es arbitrario y no existe una norma que lo avale.
Por tanto, nuestro sistema no fracasó porque cumplió el objetivo de acompañar determinadas políticas, entre ellas, que la democracia se asiente.
En segundo lugar, porque en un proceso de altísima inflación permitió mejorar los índices de participación de los trabajadores en la distribución del producto, esto es, aportó a la distribución del ingreso.
En tercer lugar, posibilitó, combinada con la política de importaciones, que el país se asentara en un sistema en el que el país pueda financiar totalmente sus insumos.
¿Entonces está de acuerdo con los controles de precios?
Son necesarias políticas que no se convaliden en precios, lo cual tiene que ver con todo lo que usted dice y señala (monetarias, fiscales, de ingresos, de comercio exterior). Han pasado 30 años y dicen que estamos en un proceso de total transformación de la economía, y de la existencia de un modelo distinto que no es tal porque la performance de la Argentina no es distinta del resto de los países de América Latina, pero la gran diferencia es la tasa de inflación.
Pero quiero resaltar que la diferencia con aquella época es que ahora nuestro partido (UCR), como los principales partidos de la oposición, están dispuestos a acompañar si hay una estrategia para que nos vaya bien a todos, mientras que en esa época los sectores oligopólicos a los cuales buscábamos controlar a través del análisis de la cadena valor, trabajaban para que nos vaya mal. Los mismos medios que ellos critican eran totalmente adversos y yo era un personaje impopular.
¿Qué recomendaría hoy?
Instucionalicen más, no le tengan miedo a la institucionalización; las cosas de guapo, de prepo, no van, en alguna forma se va a expresar: la bolsa de kilo en una de 900 gramos...
En segundo lugar, busquen consensos, el país está ávido de consensos; no dejemos que las tensiones de la sociedad se manifiesten en precios; modifiquemos perspectivas y expectativas, y hay sustancia para que nos pueda ir bien.
¿Cuál es su reflexión final?
Mi conclusión es que la gran diferencia entre hoy y la que teníamos en1983, no está sólo en la situación económica, sino en las innecesarias tensiones, caprichos e intentos de crear todos los días condiciones para un buen relato. Y esto me parece loco. Cuando se dice que las cosas están bien y no están bien, entonces para qué vamos a cambiar. Si esto se convierte en una situación apologética, tendremos más dificultades para cambiar. En esto hay mucho infantilismo.
Está todo para que les vaya bien si cambian algunas cosas. Creo que con la bronca no se puede gobernar, porque es como que a uno lo atropellan y entonces se plantea por qué voy a colaborar. Por eso en el partido buscamos ganarle al Gobierno en las próximas elecciones, para que se vea obligado a concertar. Vaya paradoja, queremos ganar para que el Gobierno nos convoque para consensuar para que les vaya bien el resto del mandato. Es decir, queremos que pierdan para que busquen el apoyo nuestro, sobre cosas importantes.