Vatileaks, la traición que puso a prueba a Benedicto XVI

Guardar
  162
162

El robo de documentos por parte del mayordomo de Su Santidad sacudió a la Santa Sede durante el pasado año, y sacó a la luz las intrigas y luchas de poder dentro del Vaticano. El Papa indultaría finalmente a su ex colaborador por el delito.

El escándalo "Vatileaks", desatado tras el robo y filtración de documentos reservados del Papa, sacudió al Vaticano y por el mismo fue condenado a 18 meses de cárcel el mayordomo de Benedicto XVI, en un año en el que el Pontífice viajó a Cuba y el Líbano y abrió el "Año de la Fe".

Tras los casos de abuso sexual contra menores por parte de clérigos que hicieron temblar las estructuras de la Iglesia en varios países los últimos años, el "Vatileaks" puso nuevamente a la Curia Romana en el centro de la atención.

Aunque a finales de 2011 ya había comenzado a hablarse de Il Corvo (el Cuervo) –nombre dado a la persona que robó y filtró los documentos que acabaron publicados en el libro Sua Santita, de Gianluigi Nuzzi– fue a partir de enero cuando se desató el escándalo.

Una cadena de televisión italiana publicó unas cartas enviadas a Benedicto XVI por el nuncio en EEUU y ex secretario general del Governatorato de la Ciudad del Vaticano (gobierno que gestiona este Estado) Carlo Maria Viganó en las que denunciaba la "corrupción, prevaricación y mala gestión" en la administración vaticana.

En una de esas misivas, Viganó denunció que los banqueros que integran el "Comité de finanzas y gestión" del Governatorato y de la Secretaría de Estado se preocupaban más de sus intereses "que de los nuestros" y que a finales de 2009 en una operación financiera "quemaron (perdieron) 2,5 millones de dólares". En otra reveló que la Fábrica de San Pedro, que se encarga del mantenimiento de los edificios vaticanos, presentó una cuenta "astronómica", de 550.000 euros, por la construcción del Portal de Belén que se colocó en la plaza de San Pedro en 2009.

Un diario informó de un complot para asesinar a Benedicto XVI antes de que acabe este año y señaló que del mismo había hablado el cardenal de Palermo, Paolo Romeo, durante un viaje a China en noviembre de 2011 y que el documento que lo atestiguaba fue entregado en el Vaticano por el cardenal colombiano Dario Castrillón Hoyos.

Ante la polémica desatada, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, reconoció que existía ese documento, pero que era evidente "que se trata de un disparate". El jesuita denunció la existencia de "una especie de Wikileaks para desacreditar a la Iglesia".

Saliendo al cruce de la situación creada, Benedicto XVI creó una comisión cardenalicia presidida por el purpurado español Julián Herranz para esclarecer las filtraciones, que interrogó a una treintena de personas. Pero fue el 19 de mayo cuando el escándalo estalló en toda su plenitud: salió a las librerías Sua Santita, que recoge más de un centenar de documentos reservados enviados al Papa y a su secretario, George Ganswein, y de la Santa Sede que develan tramas e intrigas en el Vaticano.

El 23 de mayo el mayordomo del pontífice, Paolo Gabriele, de 46 años, fue detenido por la Gendarmería tras encontrar en su domicilio miles de documentos fotocopiados y muchos originales enviados al Papa, algunos de los cuales estaban publicados en el libro de Nuzzi. Dos días después fue detenido el informático que trabaja en la Secretaría de Estado, Claudio Sciarpelletti, de 48 años. En su mesa los gendarmes encontraron un sobre con documentos que supuestamente le dio Gabriele.

El juez instructor Piero Antonio Bonnet ordenó que Gabriele fuera juzgado por robo con agravantes y Sciarpelletti por encubrimiento, y el 29 de septiembre comenzó el juicio más mediático de la historia de la Iglesia. Sólo se celebraron cuatro audiencias y el 6 de octubre el Tribunal vaticano presidido por Giuseppe Dalla Torre condenó a Gabriele a 18 meses de cárcel. Sciarpelletti fue juzgado posteriormente y el 10 de noviembre, tras dos audiencias, fue condenado a dos meses de cárcel, con la suspensión de la pena.

Durante el juicio, Gabriele dijo que actuó "por exclusivo amor" hacia la Iglesia y hacia el Papa y que no se veía como un ladrón. El mayordomo afirmó que la situación de "desconcierto" que veía en el Vaticano y la corrupción en la Iglesia fue lo que lo empujó a su acción, cuyo objetivo era que la publicación de los documentos supusiese un 'shock' para la Iglesia y ésta volviese al buen camino.

Finalmente, dos días antes de la Nochebuena, Benedicto XVI indultó a su ex mayordomo, trasladándose a la celda donde cumplía su pena su ex asesor para perdonarlo personalmente, tras lo cual Gabriele fue excarcelado inmediatamente y regresó a su domicilio.

Por su parte, Sciarpetti se reincorporó a su puesto de trabajo en el mes de noviembre, y su indulto se encuentra siendo "estudiado" por la cúpula de la Iglesia Católica.