Las escalofriantes vendettas de la Camorra

Una investigación judicial revela detalles de los asesinatos de cuatro "arrepentidos" de la mafia napolitana. Descuartizados, incinerados o violados, el destino de quienes desafían a los clanes

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La jueza italiana Antonella Terzi lleva adelante las causas por la muerte de cuatro ex miembros de la Camorra que decidieron alejarse del crimen organizado y colaborar con la Justicia. Como se sabe, para las mafias, eso es una condena a muerte y no ahorran brutalidad en sus vendettas.

Los casos de Anna SodanoGennaro BusielloGiuseppe Schisa y Mario Scala sirven para conocer en detalle el escalofriante modus operandi de la mafia napolitana.

En 1998, Sodano, integrante de la segunda línea del clan Sarno, se alejó del grupo y pasó a colaborar con la Justicia. A la espera de ser trasladada a otra ciudad con una nueva identidad, la mujer desapareció cuando se hallaba oculta en el Hotel Executive de Nápoles.

Según los testimonios recogidos en la causa, Sodano quedó en encontrarse con una amiga, pero dos sicarios la secuestraron. Fue violada y asesinada. Su cadáver fue arrojado a una hormigonera.

Dos años después, Busiello, ex marido de Sodano y también alejado de la Camorra, fue ejecutado con cuatro disparos a plena luz del día. Además de ser considerado poco confiable debido al antecedente de su ex mujer, su asesinato le sirvió a la mafia como advertencia para otros miembros.

Con una pistola del mismo tipo que la utilizada para matar a Busiello, en 2002 fue ultimado Schisa, quien también había decidido presentarse a la Justicia. Según la causa, fue su propio hermano, Roberto, quien "lo entregó" a los mafiosos para demostrar su fidelidad.

El cuarto crimen es el más brutal. En 1994, la Camorra "condenó" a Mario Scala, otro arrepentido. Según los informes forenses, los asesinos le cortaron las piernas y los brazos. Luego, le pusieron una bolsa plástica en la cabeza y lo prendieron fuego. La autopsia determinó que aún respiraba cuando lo incineraron. Su cadáver fue hallado en un basural de la localidad napolitana de Licola.

Estos escalofriantes detalles se conocen porque los propios líderes del clan Sarno terminaron confesando cuando fueron detenidos. Uno de ellos fue Ciro Sarno, alias "El alcalde", jefe histórico del grupo. Lo mismo hizo Vicenzo Sarno, quien reconoció que participó en el asesinato de Sodano. Quince personas fueron detenidas luego de esas declaraciones.


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