A River no le quedaba otra que salir a buscar el partido, que imponerse dentro de la cancha y tirarle toda su historia a Belgrano en el césped del Monumental. Así, con ese manojo de nervios que era el estadio de Núñez, El "millonario" se encontró a los cinco minutos de juego con un gol que lo bañó de ilusión. Pero claro, a este equipo de Juan José López todo le cuesta y por eso, hasta segundos antes de ese desaforado grito, tuvo que sufrir.
A los cuatro minutos, un tiro libre envenenado de César Mansanelli en busca de centro, terminó en el arco de Juan Pablo Carrizo. El gol enmudeció al Monumental, pero Sergio Pezzotta, a instancia de su asistente, invalidó el gol por dos jugadores de Belgrano que estaban un paso adelantados, tapando la visión del arquero. Inmediatamente, a la salida de esa jugada, la pelota terminó en los pies de Mariano Pavone, que paró la pelota y en la medialuna del área sacó una media vuelta rasante que se clavó abajo, en el palo derecho de Juan Carlos Olave. 1-0, ilusión y esperanza para esos sufridos hinchas "millonarios".
El gol maquilló las falencias de River y desnudó las de Belgrano. Sin llegar y sin el poder de la pelota, El "pirata" sólo atinó a conservar la calma y se aferró a aguantar los embates de un "millonario" que iba con más adrenalina que otra cosa. Hasta los 30, River construyó dos situaciones claras de gol, ambas en la misma jugada. Primero fue Pavone, que remató al pecho de Olave cuando la jugada pedía un poco más de sutileza por el poco ángulo, inmediatamente, Juan Manuel Díaz conectó de cabeza un centro milimétrico de Walter Acevedo y la pelota se perdió apenas alta.
River jugó la mejor media hora del semestre, con llegadas, cambio de ritmo y fogosidad de tres cuartos de cancha en adelante. Belgrano fue muy tibio, sólo atinó a aguantar ese vendaval "millonario". A Franco Vázquez no le llegaba la pelota y César Pereyra no encontraba espacios para explotar su velocidad. En el equipo local se utilizaban bien las bandas, aunque a veces se abusó de los centros.
El primer tiempo se fue con un River que terminó lejos del arco de Olave. En los últimos 10 minutos sintió el frenético ritmo que impuso en la primera parte. Los de Ricardo Zielinski, por su parte, no supieron aprovechar ese bajón rival y se conformaron sólo con esperar el pitazo de Pezzotta, de una pobre labor en esos primeros 45 minutos.
En el segundo tiempo no hubo demasiadas variaciones. River salió a pararse en campo rival y Belgrano a encontrar alguna contra que lo acercara a su desafío de llegar a Primera. Con poco y tras una contra que agarró mal parado al "millonario", la pelota le cayó a Pereyra que corrió veinte metros, completamente solo, para enfrentarse a Carrizo. El delantero quizó colocar la pelota sobre el cuerpo del arquero y el balón se perdió afuera. Increíble. En esos pocos segundos que duró la jugada, el silencio en El Monumental fue sepulcral.
Belgrano sintió que podía encontrar espacios, que podía lastimar de contra y se animó un poquito más ante un River que mermó su velocidad, algo que era previsible por la gran intensidad que expuso en el primer tiempo. Así, a los 13 un pelotazo al área de River terminó en pesadilla. Desconcierto entre Juan Manuel Díaz y Alexis Ferrero, la pelota cayó mansa en los pies de Guillermo Farré que le pegó de aire. La pelota pasó sobre los pies de Carrizo y estalló en la red, para la locura de la tribuna visitante y el mutismo de los locales.
El gol fue un balde helado para la esperanzas de River, que mermó velocidad, rendimiento y, con media hora por jugar, debía hacer otra vez dos goles. A los 17', un penal infantil de Cristian Tavio, le dio una nueva oportunidad al equipo de Juan José López. Pavone se hizo cargo, pero su remate, potente, se encontró con un enorme Olave. Si algo le faltaba a River, era volver a lidiar con su poca suerte.
Franco Vázquez empezó a tener la pelota y Belgrano, a pesar que no podía monopilzarla por mucho tiempo, comenzó a jugar más lejos de su arco. López mandó a la cancha a Fabian Bordagaray, Daniel Villalva, pero River siguió abusando de los centros y su destino se oscureció. Su ilusión se apagó como la tarde. El desorden de sus hinchas, el descontrol de esa pasión desbordada terminaron con el pitazo final.
River descendió de la categoría, Belgrano dio el gran golpe en El Monumental, aunque el verdadero palazo lo recibió de sus propios últimos dirigentes, que lo llevaron a ser lo que es hoy. Pasó de "Millonario" a mendigo, de club modelo y de paladar negro a una institución pobre y que sólo sigue siendo enorme por su gente. River sufrió su peor vergüenza en 110 años de historia y jugará en la B Nacional, algo impensado para el fútbol argentino y mundial. Sus hinchas son las únicas víctimas de tanto mal.