La historia de Sandra Rabago -quien fue asesinada junto a su esposo Marcelo Mansilla y los hijos de la pareja Agustín y Milagros- es señalada como el disparador de la sangrienta venganza.
Los rumores no tan secretos que circulan entre los vecinos de la casa de los Mansilla hablan de una relación extramatrimonial con Ángel Fernández, uno de los sospechosos del cuádruple homicidio, e inclusive de una supuesta complicidad en los robos que cometía el hombre junto con su hijo.
El romance extramatrimonial, que se producía al ritmo de la relación de amistad que unía a ambas familias, se habría quebrado en 2006 cuando la mujer denunció a los Fernández por los robos en los que presuntamente habría participado, siempre según los vecinos, para cubrir su propia complicidad. Esa situación habría originado la violenta venganza.
"Los dos empezaron a robar casas. Sandra se encargaba de conseguir las llaves y él, con algún 'amigote', entraba y las vaciaba. Acá en la zona 'limpiaron' a varios. Incluso le sacó cosas a una prima que vive cruzando la calle y que no quería ni verla?, aseguró al diario Clarín Alejandro, un hombre que vive frente a la casa que ocupaban los Mansilla.
Una vecina aseguró que en el barrio "todos sabían que la mujer era medio turbia. Su marido era el que mantenía la casa. Se levantaba todos los días e iba a laburar a la estación de servicio Petrobrás de Tortuguitas".
El dueño del garage asegura que Fernández había jurado venganza, mientras que los compañeros de trabajo de Mansilla en la estación de servicio afirmaron que su mujer lo engañaba y creían que era con un amigo.
La historia que cuentan es que la relación entre Fernández y Rabago tenía varios años. Y que ella lo visitaba en la cárcel en la que purgó por más de una década por homicidio y violación.
La amistad entre las familias
De acuerdo a lo relatado por familiares de la pareja asesinada, ésta y los Fernández ?Ángel, y su esposa Stella Maris- se conocían desde hacía más de 15 años, de cuando eran vecinos de Tortuguitas.
Tan buena era la relación que Milagros y Agustín Mansilla los llamaban "tíos". Incluso la hija del acusado, Rocío Milagros, lleva ese nombre en honor a su "amiguita", cuyo cuerpo apareció ayer junto al de su hermano debajo de un puente en el partido bonaerense de Campana.
Los Mansilla y los Fernández pasaban mucho tiempo juntos, sobre todo las mujeres, que eran muy amigas. Sandra llegó a ayudar al matrimonio con pañales y comida.
Los familiares de la pareja asesinada aseguraron a un matutino porteño que estuvieron a punto de ser los padrinos del hijo menor de quien, tiempo después, fue su verdugo.