Alarma en Tucumán: hay 30 mil chicos desnutridos

A pesar de las iniciativas del sector público como del privado, la cifra de chicos mal alimentados sigue siendo alta

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De cara a esta cruda realidad los gobernantes decidieron por primera vez, que la salud -en especial la de los chicos- se convirtiera en política de Estado, a través de la elaboración de planes efectivos (Plan Vital).

Pero la toma de conciencia no sólo fue del sector público, la parte privada también se sumó a la lucha contra la desnutrición, como el caso de algunas ONGs que actualmente trabajan a la par de la cosa pública o los jóvenes que ponen su granito de arena en el mar de necesidades.

Un relevamiento del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (CESNI), una ONG consultora de la Organización Mundial de la Salud, apuntó que en 2001 la desnutrición afectaba a entre el 11 y el 17 por ciento de la población infantil y que las regiones más castigadas eran el noroeste y el nordeste argentinos.

En aquel momento la Nación lanzó el Plan Rescate. En 2002 se registraron trece muertes de chicos como consecuencia de la mala alimentación.

Un buen estado de salud supone un bienestar físico, mental y social. Todos los trabajos mentales tienen un soporte material que es el cerebro, y el cerebro no puede funcionar sin la aportación de determinados nutrientes.

Se ha observado que los niños recuperados de una desnutrición crónica avanzada, siguen presentando durante largo tiempo una estructura menor y un desarrollo retardado, así como alteraciones fisiológicas y bioquímicas y regresiones al comportamiento de edades más tempranas, puesto que el problema se ha producido en una época fundamental de la vida. La falta de alimentos básicos durante la primera infancia puede afectar irreversiblemente al desarrollo intelectual y al rendimiento escolar.

La alimentación constituye el motor de las primeras relaciones de los padres con los hijos y sirve de referencia para sus posteriores estadios de desarrollo. La alimentación de un niño no sólo se reduce a la extinción del hambre fisiológico, sino que representa el prototipo de las interacciones humanas. La educación de los niños debe asumir la relación afectiva que rodea a los procesos alimenticios.

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