Aunque los libros de historia demuestran lo contrario, ni el arsénico ni un cáncer gástrico habrían causado la muerte de Napoleón. El médico Steven Karch dice, en un artículo de la revista británica New Scientist, que en las últimas semanas de su vida en la prisión en la isla Santa Elena, Napoleón recibió un fuerte compuesto llamado antimonio potásico para vomitar y aliviar sus dolores de estómago. "Fue un error, ya que produce una condición cardíaca fatal", afirma Karch, tras analizar materiales de archivo.
Las últimas investigaciones, basadas en archivos, que publicará el semanario británico New Scientist en su edición del sábado, añaden un dato: el emperador fue víctima de un exceso de celo de sus médicos durante las últimas semanas de su exilio en la isla Santa Elena.
Todos los días le administraban, con enormes jeringas, una remedio para aliviar sus dolores de estómago, explicó. La utilización regular de tártaro de potasio y de antimonio, una poderosa sustancia vomitiva utilizada en esa época, pudo provocar un déficit de potasio y ocasionar problemas cardiacos, que a su vez pudieron interrumpir el riego sanguíneo cerebral.