La iniciativa corrió por cuenta del Ateneo Porteño del Tango (Aporta) y de su titular, Segismundo Holzman, quien comprometió la presencia de notables intérpretes de varias generaciones y estilos como Néstor Marconi, Pascual "Cholo" Mamone, Rodolfo Mederos, Daniel Binelli, Osvaldo Cabrera, Ernesto Baffa, Emilio Balcarce, Leopoldo Federico, Raúl Garello, Carlos Galván, Roberto Alvarez, Roberto Pansera, Walter Ríos y Horacio Romo.
Entre los instrumentistas se contará Toto Rodríguez, único sobreviviente de la primera orquesta que Pichuco formó en 1937 y que vio la luz en el histórico recinto del cabaret Marabú, de la calle Maipú al 600.
Según los organizadores, "la idea es rendir un homenaje en conjunto a un músico que nos marcó para siempre y que fue un emblema del tango y de la ciudad de Buenos Aires, y después ofrecer una serie de actuaciones, ese mismo día, en distintos ámbitos, en grupos de tres o cuatro solistas".
Alberto Garralda, uno de los más veteranos músicos del grupo, que actuó en las orquestas de Alfredo Gobbi y Juio De Caro, supuso que "todos los bandoneonistas tenemos un pedacito del Gordo Troilo, el Gordo fue como una ola que nos llevó a todos; es el símbolo".
"Con él se aunó todo, el tango pasó a ser otro, una síntesis -añadió-, personaje que no podía ser imitado, aunque tuviera limitaciones técnicas como se dijo."
Oscar Galván contó a esta agencia haber conocido a Troilo en el hotel Trianón, a través de Gobbi, y destacó el fino oído del autor de "Garúa", quien paraba la grabación para corregir un tono de alguno de sus cuarenta músicos.
"Una tarde decidió escribirle un tango a Gobbi, al que quería mucho -continuó Galván-, y le compuso 'Milonguero triste', que en un principio se llamaba 'El último bohemio' era un mojón imprescindible tanto en lo musical como en su sentido de la amistad, un tipo que se jugaba por los demás."
Osvaldo Cabrera destacó que "Troilo hacía lo que sabía, tocaba y con dos notas le partía el corazón a cualquiera" y recordó una anécdota de Héctor Varela, quien afirmaba que el gran músico había colaborado por amistad en grabaciones de Juan D'Arienzo, aunque su nombre no aparecía en los discos.
Los bandoneonistas se trenzaron luego en un recordatorio en que trataron de dilucidar con qué orquestas había tocado Pichuco. "Con De Caro no llegó a tocar nunca", dijo uno. "Con Elvino Vardaro sí, en el Sexteto famoso", dijo otro. "Sí, con Vardaro, y Jorge Fernández, Hugo Baralis y José Pascual", contestaron.
Hubo chanzas cruzadas, recomendaciones sobre la gordura de alguno, exclamaciones por encuentros y un diálogo en infinitas direcciones.
Mamone, de una generación intermedia e importante solista actual, dijo venir de "la escuela de Pedro Maffia, un hombre de un sonido muy singular, de una dulzura incomparable y un día escuché por primera vez a Troilo, que hizo un solo con la mano izquierda y sentí un puntazo en el corazón".
"Me quedé pensando qué expresividad, qué maravilla, y después de ahí vino la del director, porque una cosa es interpretar lo que escribe un arreglador (que en aquellos tiempos era Argentino Galván) y otra hacer lo que el Gordo pudo hacer con esas joyas que llegan hasta hoy", comentó.
Juan Siri fue director de la orquesta que acompañó durante años a Raúl Berón. "Yo tengo muchos recuerdos de Troilo a través de Berón, que había cantado con él; hasta tal punto que tengo en mi casa un combinado anterior al año 40, de esos que tenían radio, pasadiscos de 78rpm y whiskera, que el Gordo le había regalado a Raúl", contó.
"Por supuesto siento una tremenda admiración por el gusto y el sabor con que Troilo manejaba su instrumento; yo digo siempre que nosotros somos alumnos de toda esa gente, pero creo que querer acercarse a Troilo es imposible", añadió.
Y sintetizó: "Troilo era un superdotado que con una nota hacía estremecer; yo le escucho un fraseo y me pone la piel de gallina. Escucho 'La cumparsita' y me vuelvo loco. Era inimitable, son cosas que no se aprenden; no hay conservatorio que las enseñe. Lo de él son cosas que se traen adentro".