Cuando debutó con la película rodada en 16 mm Mundo Grúa, Pablo Trapero ya se perfilaba como uno de los nombres importantes de nuestra industria fílmica. Con el correr de los años, este augurio se cumplió, y su filmografía se transformó en una de las más premiadas en los festivales del mundo y de las más celebradas por público y crítica.
El Bonaerense fue su bautismo de fuego con el gran público, una película sórdida, una historia de amor y traición en el conurbano que derivó en objeto de culto ente los cinéfilos amantes del cine vernáculo.
Pero el punto de inflexión en su carrera fue Carancho, película con Ricardo Darin, que hasta el estreno de El Clan era la más taquillera de su filmografía. Carancho, adentró a Trapero en el cine de género más industrial, con un thriller desarrollado de manera más tradicional que sus anteriores producciones, pero sin abandonar su marca de autor: los planos secuencias, la cámara al hombro, los climas densos y claustrofóbicos, sumados a cierto aire de marginalidad cuidada, estilística, con una fotografía contrastada y un montaje vertiginoso.
Con la llegada de El Clan, Pablo Trapero, ingresa al club del millón de espectadores, una lista de directores argentinos que lograron convocar a las salas esa cifra de personas, un número difícil de alcanzar para cualquier cinta producida en el país.
En esta entrevista el director y guionista nos revela detalles de este nuevo largometraje que retrata los crímenes de la familia Puccio.
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