Cuatro finales en dos meses: anécdotas, historias y el inicio de la rivalidad entre Argentinos Juniors y Vélez

La historia de los partidos que abrieron un enfrentamiento histórico entre el Bicho y el Fortín

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Osvaldo Coloccini, Claudio Borghi, Carlos Fren, el árbitro Ricardro Calabria y el Checho Batista en la primera de las finales disputada en la Bombonera
Osvaldo Coloccini, Claudio Borghi, Carlos Fren, el árbitro Ricardro Calabria y el Checho Batista en la primera de las finales disputada en la Bombonera

Nada parecía que iba a poder romper la paridad que ya llevaba cuatro partidos definitorios en menos de dos meses entre Argentinos Juniors y Vélez. Se conocían de memoria y se adivinaban hasta las intenciones. El duelo futbolero se había cocinado con otros ingredientes, como esa creciente rivalidad entre ambos y estilos de juegos no tan opuestos, pero sí diferentes a la hora de verse las caras. A ese cuarto y último choque solo le quedaban 10 minutos y la siempre espinosa instancia de los penales, que ya los había confrontado en dos oportunidades en ese breve lapso, asomaba otra vez en la noche del Estadio Monumental, pero no hizo falta. Un tremendo derechazo del Checho Batista superó la resistencia de Navarro Montoya y desató la fiesta de los Bichitos a 10 minutos del final.

La noche del 4 de septiembre de 1985, le dio a Argentinos Juniors el segundo título de su historia, pero detrás quedaban cuatro duras peleas contra Vélez, llenas de goles, rispideces, cábalas, buen juego y anécdotas, en medio del último nacional de la historia de nuestro fútbol, que tuvo la pretendida innovación de rueda de ganadores y perdedores, que lo convirtió, a su desarrollo, en un verdadero laberinto.

Adrián Domenech era el capitán y uno de los símbolos de ese equipo de Argentinos Juniors. Para él, ese enfrentamiento era muy especial, como lo evocó en diálogo con Infobae: “En mi opinión, como una persona vinculada desde siempre con el club, mi verdadero clásico es Vélez. Creo que ahora se vive igual, pero en lo que a mi respecta, eso continúa, pero en el buen sentido, en el de la rivalidad deportiva. Me ha pasado toda la vida, esté en la función que me tocase, porque como futbolista fue así, más tarde como entrenador o coordinador de inferiores, incluso estando en otros clubes, antes de enfrentarlo lo vivo de manera diferente. A partir de aquellas finales del ‘85, la cosa fue en aumento en ambos clubes, y cuando me pongo a pensar hacia atrás, en los tiempos que éramos compañeros con Diego a comienzos de la década del ‘80, sentíamos cada partido con ellos como el clásico que había que ganar”.

Pepe Castro festeja su gol. Se suman Claudio Borghi, Carlos Ereros, Adrián Domenech y Mario Videla
Pepe Castro festeja su gol. Se suman Claudio Borghi, Carlos Ereros, Adrián Domenech y Mario Videla

Tampoco fue una serie de partidos más en la extensa carrera del Pepe Castro, quien era uno de los mejores punteros en el fútbol argentino y una de las armas desequilibrantes de aquel Argentinos Juniors brillante. Así lo recordó para Infobae: “Había crecido cerca de la cancha de Vélez, luego recorrí cada rincón desde chico, disfruté de sus carnavales y llegué a primera allí. Además, toda mi familia era hincha del club y para ellos aquellas finales fueron muy especiales. La que más sufrió fue mi mamá, porque como vivía en el barrio, cada vez que iba a la carnicería o mercado, le decían algo vinculado a mí y no en buen tono, porque mi última etapa había sido complicada con la barra, porque no compartía nada con ellos y me empezaron a resistir. Yo tenía mi personalidad y el enfrentamiento se fue acrecentado, al punto que no gritaba los goles que hacía. Cuando me fui, lo hice en malos términos con la hinchada, pero jamás con la institución: estuve en temporadas inolvidables, donde no se nos dieron los títulos, pero anduvimos muy bien. Soy el autor del primer gol de Vélez en la historia de la Copa Libertadores. En los días previos a la última final del ‘85, hablando por teléfono, mi madre me pregunto: “¿Qué vas a hacer?” (risas) y me respuesta fue: “¿Cómo que voy hacer?” yo siempre honré todas las camisetas que vestí y si hago un gol lo voy a gritar. Y así fue, porque marqué el primero en el decisivo, cuando fuimos campeones, que fue un golazo, con el sello de Argentinos Juniors: salimos jugando desde la mitad, a puro toque, la abrieron a la izquierda y metí la diagonal de mi posición hacia el medio. Cuando llegó el centro de Domenech, le di de cachetada. En cuanto le pegué, me di cuenta que entraba y salí desesperado a gritar el gol (risas)”.

En el arco de Vélez estaba un joven que había debutado el año anterior y que rápidamente se ganó el puesto, gracias a sus reflejos y su personalidad. Era el Mono Navarro Montoya, que nos contó sus recuerdos de aquellas finales del Nacional ‘85: “El Coco Basile había sido el técnico que me dio la posibilidad de atajar en primera división y conformó un buen equipo, con muchachos que fueron llegando y se sumaron a la base que teníamos. Éramos muchos jóvenes con algunos más grandes, que eran referentes para nosotros, como Carlitos Fren, Pedro Larraquy o Juan Carlos Bujedo, más el Cabezón Juan José Meza, de una edad intermedia, que era un jugadorazo. Se dio un equilibrio muy importante. El club llevaba varios años sin poder pelear por un título hasta esa instancia y nos tocó hacerlo con el que era el mejor de ese momento, como ese Argentinos Juniors que llegó a disputar la Intercontinental con la Juventus. Tengo los mejores recuerdos porque fueron cuatro partidazos”.

La segunda final en Velez: Emilio Commisso, Mario Vanemerak, Carlos Ereros en el piso, Mario Videla y Juan Carlos Loustau
La segunda final en Velez: Emilio Commisso, Mario Vanemerak, Carlos Ereros en el piso, Mario Videla y Juan Carlos Loustau

Ambos llegaron a la final de la rueda de ganadores, que establecía dos partidos para determinar al vencedor. Argentinos ya llevaba dos años sin actuar en su estadio y por eso hizo de local en la Bombonera, donde se impuso 2-0 en la ida, con un gol olímpico de Mario Videla y otro del Checho Batista. Una semana más tarde se vieron las caras en Liniers, en un partido extraordinario, de permanente ida y vuelta, donde Vélez fue el vencedor por el mismo score, con tantos de Comas y Meza. Los Bichos se quedaron con la rueda de ganadores al imponerse por penales. El Fortín bajó a la de perdedores, donde fue el vencedor y por eso tenían que enfrentarse otra vez, ahora en campo neutral (River Plate), para determinar al campeón. Otro empate y nuevamente a los penales, donde Vélez fue el triunfador, forzando un último partido, por venir de la ronda de perdedores, también en el Monumental.

Al Coco Basile siempre le gustó el fútbol de ataque, pero allí detectó que, a Argentinos Juniors, de aún mayor vocación ofensiva, podía ocasionarle problemas plantándose de contra. Se dio un interesante duelo de estilos, donde los Bichos hicieron brillar la segunda estrella de su historia como evoca Domenech: “Nos tocó ganar el que fue el último nacional en la historia del fútbol argentino y creo que fuimos los justos campeones, porque ya nos habíamos quedado con la rueda de ganadores, superando en la final a Vélez y los enfrentamos nuevamente, como establecía el reglamento, porque ellos se quedaron con la de perdedores. Lo tengo muy presente. Fue 2-1 en cancha de River y el primer gol fue un centro mío desde la izquierda, después de una buena jugada de todo el equipo, que convirtió el Pepe Castro. Nos empató Comas, que era un delantero tremendo, implacable. Estábamos en un gran momento y no tengo dudas que ese equipo de 1985 fue el mejor que integré en toda mi carrera. Era un proceso que se había iniciado un par de temporadas atrás, donde nos dimos el gusto de ganar el primer título para la institución un año antes. En ese nacional se dio una gran modificación cuando lo vendieron a Pedro Pasculli a Italia, que disputó la primera parte, e ingresó el Bichi Borghi en su lugar y a partir de allí no paramos de crecer, porque nos íbamos conociendo cada vez más y estábamos muy consustanciados con la idea de juego que queríamos, donde se había ensamblado el ADN histórico de Argentinos Juniors con los técnicos que tuvimos, como Labruna, Saporiti y Yudica”.

Cuando la final más final de las cuatro estaba empatada en uno, se produjo una jugada que pudo darle al cuadro de La Paternal una mayor tranquilidad, pero allí estuvieron las manos de Navarro Montoya para impedirlo: “Se sancionó un penal y se paró Jorge Olguín, quien tenía una calidad enorme y era un jugador fantástico, campeón del mundo con la selección, con una trayectoria impactante. Tenía claro que debía esperarlo hasta el final, porque con su clase, podía abrir el pie al momento del remate. Al final se decidió por cruzarla fuerte y allí decidí impulsarme lo más que pude hacia mi derecha y la saqué”.

El Mono Navarro Montoya le ataja el penal a Jorge Olguín
El Mono Navarro Montoya le ataja el penal a Jorge Olguín

La personalidad potente y ganadora de Pepe Castro era ideal para esos choques a todo o nada: “A mí me gustaban esos partidos, difíciles, con duelos bravos. Cuando no había nadie en las tribunas, no me daban ganas. En esos tiempos había algunas canchas que tenían un piso horrible y en las tribunas veías solo a cuatro tipos y yo me decía: ¿Qué hago acá? (risas). Pero me debía a la institución y le daba para adelante. Siempre pensé que, si me hubiese tocado en la época de la pandemia, no hubiese podido, con ese marco desolador, con tribunas despobladas”.

Además de su conocida personalidad, los conocimientos de fútbol y un indomable espíritu ganador, en el recorrido de Basile siempre dicen presentes las cábalas. Aquel cuadro de Vélez no fue la excepción como recuerda el Mono Navarro Montoya: “En esa época el Coco era tremendo, después siguió, pero creo que aflojó un poco (risas). Un ejemplo de eso que me quedó marcado es que siempre íbamos a almorzar al mismo lugar el día previo al partido, cerca de la cancha de Vélez y en una ocasión Carlos Babington, que era su ayudante de campo, se levantó en medio de la comida para ir al baño. Como ganamos, por supuesto que Coco lo obligó a hacerlo siempre, pese a que Carlos le respondía: “No tengo ganas”. Obviamente la respuesta era “Andá igual”. Y así lo hacía (risas)”.

Los eternos avatares en los calendarios de nuestro fútbol hicieron que Argentinos Juniors tuviera que afrontar tres competencias en simultáneo: el torneo de primera división, el nacional que estamos narrando, que se jugaba entre semana mientras el otro iba los domingos, y su debut en la Copa Libertadores. Disputó 17 partidos oficiales en 57 días entre mediados de julio y septiembre, como recuerda Domenech: “Era una época hermosa, porque cuando vos estás en racha ganadora, querés jugar todos los días, por más que estés cansado, nada te importa demasiado. Podríamos decir que vivíamos concentrados, pero eran muy relajadas y amenas, donde se respetaban la distribución de las habitaciones y los mismos lugares en las mesas a la hora de comer. No éramos un grupo de tener cábalas a muerte, de pensar que si algo no se cumplía iba a influir en el rendimiento. Yo diría que eran buenas y sanas costumbres”.

El gol del Pepe Castro
El gol del Pepe Castro

La trascendencia de aquellas finales traspasó los límites del periodismo deportivo y concitó la atención en diversos ámbitos, hasta algunos inesperados, como en esta anécdota que vivió Pepe Castro, bien a su estilo: “Después del partido me entrevistó Bernardo Neustadt, con quien no tenía ninguna coincidencia, salvo en un tema, que era cuando él planteaba que debería existir un tribunal de ética para los periodistas. Me hizo el reportaje halagando mi actuación y ahí aproveché para contar que había pasado una semana muy complicada, porque mi familia era de Vélez y estaba en ese barrio. Le dije que la semana anterior lo había mirado a Navarro Montoya en la definición por penales, como marcándole “te lo voy a tirar ahí”, así los de Vélez tenían una semana más para estar ilusionados y mi vieja no sufriera tanto, pero hoy ya no pude y metí un gol para ser campeones (risas)”.

Ninguna de las cuatros finales fueron televisadas, ni en directo ni en diferido, como era costumbre en ese tiempo con los torneos locales. Incluso, entre las dos primeras y las dos restantes, comenzó Futbol de Primera por ATC, el domingo 4 de agosto. Apenas han sobrevivido aisladas grabaciones de noticiero de época y algunas imágenes, como la del gol del Checho Batista en la Bombonera, es una pieza que causa desvelo en los coleccionistas. A despecho de esa circunstancia, los partidos eran fervientemente seguidos por los amantes del fútbol, con Carlos Salvador Bilardo a la cabeza, quien presenció casi todos. Allí detectó a tres futbolistas que se destacaron en esos choques, a quienes convocó a la selección por primera vez en el mes de octubre y fueron parte de los 22 futbolistas que acariciaron la gloria en México ‘86: Claudio Borghi, José Luis Cuciuffo y Sergio Batista.

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